"Estoy emputado", significa en nuestra jerga cotidiana "Estoy con ira, muy molesto" al grado de descontrol, quizás". "El país se convirtió en una puta", algo así como "se vende al mejor postor, vende su cuerpo y dignidad a cambio de dinero". Pero no todas las acepciones con puta son peyorativas: "se les quiere en puta" significa en nuestro campo "se les quiere demasiado". En todo caso, la palabra puta implica demasía o exceso.
Como es natural, el tema de la "Marcha de las putas" ha generado enconadas disputas, por eso me puse a revisar los carteles sobre esta actividad, ya que no pude ir.
La primera impresión es una mujer con los pechos desnudos mostrando una cadena y un crucifijo opresor. Como arte, vale, incluso el valiente semidesnudo en medio Parque Central de Costa Rica. También vi frases como "Jesús ama a las putas" que, sin alusiones encontradas, me parece bastante bien: ¿por qué no habría de amarlas como criaturas de Dios, que aconseja amar al prójimo como a ti mismo? "Ya salimos de la Edad Media" es un mensaje claro, certero y que debería caer como balde de agua fría a la Iglesia Católica. Otro acierto lógico viene cuando alguien por ahí escribe: "El día que todas las mujeres seamos putas se acabarán las putas". Obvio, ¿no? "Monseñor, ¿las niñas provocan abuso?", esta en particular es fina por sí misma. ¿Y los niños víctimas de pedofilia? Esos tampoco.
No desapruebo estas razones, no desapruebo la molestia de las mujeres, en general, de hacer su berreo para vestir como gusten, incluso si es implica desvestirse o no vestirse del todo (el desnudo humano nos libraría de cientos de problemas psicológicos y sociales). Tampoco me molesta que se manifiesten las mujeres en contra del desdichado sermón o mensaje del Monseñor, partícipe de una Iglesia retrógrada que se resiste al cambio y a amar como debe ser, sin conservadurismo vanos y estúpidos de siglos pasados.
Lo que yo en realidad no entiendo es por qué tuvieron que aplicar la categoría de putas a todas las mujeres que quieren vestirse como les plazca. Tampoco entiendo por qué, en esta manifestación, veo rótulos que dicen "¿Y a los hombres violentos, no les dice nada?" Es decir, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Porque, al menos yo, he escuchado decenas de sermones contra los hombres violentos y contra la violencia familiar en las iglesias. Tampoco entiendo por qué se debe insultar a quienes creen en otras cosas, ¿por qué agredir y por qué combatir la sugerencia verbal de la Iglesia (hasta donde yo sé lo dicho por el Monseñor no es una imposición) con una violencia tan lacerante y llena de rencor?
Sea como sea, no me voy a poner en la posición de gente que se opone a toda manifestación o lo contrario, que apoya cualquier cosa. Lástima la actitud agresiva, que deteriora el buen efecto que podrían tener frases tan acertadas como "No veas putas donde hay mujeres libres" en el resto de la sociedad.
Lo que yo sí sé es que a las putas, a las mujeres, a las lesbianas, a los homosexuales, a las feministas asertivas y comprensivas, a los hombres contemporáneos que apoyamos y criamos hijos y cambiamos pañales, cocinamos, lavamos, limpiamos y a todas las madres del Mundo, en su día, se les quiere en puta.
