martes, 24 de septiembre de 2013

Dudas con encuestas y evidente desinterés son el preámbulo de la campaña electoral

·        Últimas encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR para el Semanario Universidad y de Unimer para La Nación revelan datos inconsistentes y angustiantes para la democracia costarricense.

El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR para el Semanario Universidad realizó una encuesta del 7 al 28 de agosto, una semana después, del 6 al 12 de setiembre, fue Unimer para La Nación quien se lanzó a las calles a buscar datos. Ambas encuestas utilizaron metodologías diferentes y ambas también arrojaron resultados diferentes.

¿Es posible que un candidato pase del 1,2% al 9.7% de unas semanas a otras en la preferencia de voto, como sucede con Guevara? ¿Es posible que un candidato logre resultados de aumento en una segunda encuesta a otro con solo 1 o 2 semanas de diferencia? ¿Qué tanto incide la metodología diferente que se aplica en una encuesta a otra? ¿Qué credibilidad se le puede dar a las encuestas y cómo deberían asumirse en el ciudadano?

Estas preguntas se abren ante las dos encuestas que dan resultados iniciales antes del inicio de la campaña, el próximo 2 de octubre.

Los datos diferentes radican en que Unimer comete lo que para algunos estudiosos es un error metodológico, al establecer proyecciones hacia lo más alto del margen de error, que podrían ser engañoso con porcentajes tan bajos como los que se tienen en estos momentos. El CIEP no aplica esta fórmula y da resultados precisos.

Así las cosas, Araya obtiene en la proyección más alta de Unimer un 27,5% y en el CIEP un 20,2%, Hernández en Unimer un 10,6% y un 12,4% en el CIEP, Villalta consigue en Unimer un 7,8% y en el CIEP está en un 4,5%, Solís anda en el 4,4% en Unimer y 4,1% en el CIEP, mientras Guevara tiene un 1,2% en el CIEP, pero extrañamente llega al 9,7% en Unimer.

Algunos observadores de estos resultados han planteado sus dudas de que, según Unimer, los dos candidatos de orientación y partidos políticos liberales de derecha aumenten, a pesar del escarnio público que manifiesta amplio rechazo a estos candidatos. Araya mantiene el colchón y techo que ha tenido por meses, pero de repente Guevara aparece en el panorama cuando era un “cadáver político” que solo busca diputaciones.

A pesar de dudas y múltiples interpretaciones de los costarricenses, ambas encuestas sí coinciden en varios puntos: la apatía y el desinterés permean al costarricense en estos momentos ante las elecciones de 2014. Los datos siguen indicando que cerca del 70% de los costarricenses aún no tienen decidido su voto o no votarán.

También es previsible que haya una segunda ronda y que, se diga lo que se diga, nada está repartido y nada está decidido.

Otro resultado coincidente en ambos sondeos es que hay al menos 4 candidatos en segundo lugar: José María Villalta, Luis Guillermo Solís, Rodolfo Hernández y Otto Guevara, y ninguno de ellos tiene clara superioridad sobre los demás, aunque Hernández y Villalta han venido observando un crecimiento que no necesariamente vaya a continuar.

Que nos vaya quedando BIEN CLARO: las encuestas son solo informe de opinión circunstancial o coyuntural, acercamientos cada día menos precisos y acertados, pero nunca, en ningún caso, aciertan ni acertarán con la realidad del día de las #elecciones2014, es decir, no son proyecciones efectivas.

Unimer, por ejemplo, así como Cid Gallup y Demoscopia, han fallado estrepitosamente en sus proyecciones de años anteriores, en sus datos e incluso entre sí mismas. Por ejemplo, Unimer en 1998 le daba a Miguel Ángel Rodríguez un gane con una diferencia de 11% contra José Miguel Corrales, pero al final el resultado fue de solamente poco más de 2% entre ellos. Pero lo más escandaloso fue en 2006 cuando dio a Óscar Arias una ventaja de 24% sobre Ottón Solís -mes y resto antes de las elecciones en ambos casos-, cuando la diferencia final fue de un exiguo 1%.

Y eso los medios responsables deberían decirlo bien, antes que valerse del sensacionalismo que los sondeos provocan, porque tal acto de irresponsabilidad mediática y socio-política tiene efectos negativos y peligrosos en la democracia, en el sistema político y en la verdadera intencion de voto de los ciudadanos. Esta es una deuda pendiente de estos grupos de interés, para que un país pueda avanzar y su sistema político garantice solidez a la democracia.

Este y otros artículos de temas sociales y políticos en debrus.ticoblogger.com
El autor también desarrolla temas culturales y literarios en su blog debrusjimenez.blogspot.com 
El autor es director y fundador de www.culturacr.net

jueves, 19 de septiembre de 2013

De frente viene la contienda electoral más intensa de la historia.

La encuesta del CIEP de la UCR para el Semanario Universidad no revela datos para afirmar aumento o disminución de brechas, gane de uno o de otro, lo que revela es más claro: la apatía y el desencanto dominan el panorama electoral, pero además que nadie puede darse por vencedor o por vencido, ni nada está resuelto y todo está por conquistarse, a pesar del poco tiempo que queda para las elecciones. Asimismo, aunque pareciera asunto pasado y acabado, vienen meses donde las alianzas serán no solo necesarias y posibles, sino de vida o muerte para los partidos políticos.

El voto está por conquistarse. La campaña apenas va a empezar y la época de convencimiento inicia. ¿Quién logrará hacerlo mejor? Quienes logren calar mejor su mensaje en el costarricense, quienes demuestren propuestas sencillas y eficaces, quienes demuestren decencia, pero ante todo, quienes publicitariamente logren un mensaje, un "marca partido" efectiva. En este país no ganan los más capaces, sino los más astutos.

Más allá de los prejuicios creados en los últimos meses sobre el partidismo de algunos "pegabanderas y huesos colorados", este segmento no definirá una elección esta vez, sino lo harán quienes se inclinen hacia el final por uno u otro candidato o partido.

El voto PAC, por ejemplo, es un voto por conquistarse. Pareciera que muchos votantes de este partido se fueron con el PUSC, pero no hay herramientas ni datos para afirmar eso. También podría estimarse que el PUSC recupera algo de su caudal "colorado" anterior a su crisis por corrupción, pero este no le será suficiente. El PAC posiblemente también haya perdido votantes decididos con el Frente Amplio y su buen candidato. Sin embargo, en elecciones anteriores, el PAC aumento hacia la recta final de las elecciones, y si Solís logra cautivar al electorado, podría esperarse que lo haga. En el caso de Villalta es difícil esperar que logre una tendencia de aumento, aunque no imposible. El PUSC tendrá que convencer mejor, porque hasta ahora solo la figura y el mito del "doctorcito" ha ganado, pero detrás está Calderón y eso le restará mucho.

El PLN, en cambio, sigue perdiendo inquilinos en su balcón y eso amplía las expectativas de cualquiera de los otros tres candidatos: Hernández, Solís y Villalta. La corrupción, el ciclo electoral costarricense (que no permite que un mismo partido gane 3 elecciones consecutivas), un candidato no tan apreciado y desacertado en sus alianzas y apariciones recientes, así como pertenecer al partido de un gobierno aniquilado popularmente, hacen que el PLN no solo tocara su techo con el 25%, sino que además empiece a perder adeptos.

Así las cosas, la lucha por el segundo lugar será el meollo de esta contienda electoral, pero ojo que esa lucha más bien no logre aumentar los caudales de los partidos que van en segundo, tercero y cuarto tanto como para lograr incluso que alguno(s) de ellos incluso sobrepasen al candidato del PLN.

Los datos de la encuesta CIEP no dan nada conclusivo y más bien demuestran una impresionante vulnerabilidad de los datos, es decir, que pueden cambiar muchísimo en un período corto incluso.

En conclusión, estamos posiblemente frente a la lucha electoral más intensa y compleja de la historia reciente de Costa Rica. Los candidatos más astutos, pero más transparentes y honestos, lograrán sumar. Eso es bueno para la democracia electoral y participativa, si se logra que los partidos hagan su trabajo y convenzan, no solo sigan aplicando fórmulas gastadas y tradicionales de la política electoral.
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