viernes, 19 de diciembre de 2014

La dictadura del Congreso y esa pueril vanidad histórica

En este país cualquier aplica el calificativo "dictadura" o "dictador" con suma facilidad. ¿Y cómo no si hemos aprendido de las cadenas internacionales como CNN que se lo endilgan a cualquier presidente latinoamericano que esté en contra de los intereses de Estados Unidos? Por eso, vamos a definirlo bien: vamos a entender dictadura según el DRAE: "Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país. Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente".

Eso es precisamente lo que ha pretendido hacer una parte de la Asamblea Legislativa de Costa Rica para insistir en la construcción de un edificio legislativo altamente cuestionado. Primero, ha intentado toda clase de matráfulas para pasar por encima de la Ley y quitarle autoridad al Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura. Y ahora, como no le han funcionado todas sus movidas dictatoriales y irrespetuosas del ordenamiento jurídico, logra la viabilidad ambiental de Setena omitiendo información clave: Setena no sabía, al elaborar su informe, que el plenario legislativo -en el nuevo proyecto cuestionado- será construido bajo tierra. ¡Menuda omisión!


Lo dijo con toda claridad el ambientalista Jorge Polimeni en la Asamblea Legislativa: el gasto energético para mantener un gran plenario subterráneo será muy alto, tanto para darle luz como aire. Costa Rica no es un país que se pueda dar esos lujos y dar ese mal ejemplo ambiental al mundo: ¡se trata del Congreso de la República!


Ya antes habían logrado que el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) se pronunciara a favor del proyecto, en un informe realizado por un grupo de directivos sin consulta alguna a criterios expertos en el tema -porque ninguno de ellos es experto en patrimonio-, pero además un informe que no firmó nadie...


¿Y qué pasaría si cuando se empiece a excavar aparecen piezas indígenas en esa área? Imagino que inventarán otra matráfula para pisotear de nuevo al Centro de Conservación e Investigación del Patrimonio, en el nombre de sus valiosos expertos. "Un pueblo que no aprecia su pasado, construye un futuro dudoso", han dicho cientos de especialistas en Costa Rica ante la terquedad de una parte del Congreso que insiste en actuar con el mazo del dictador, antes que con el respeto al orden legal.


"Es un mamarracho", dijo don Beto Cañas de ese proyecto. "Es horrible, un cajón de trailer encima de edificios patrimoniales", han dicho cientos de personas, comunes y especialistas en paisaje urbano. Todas las universidades públicas (sus respectivas escuelas y facultades de ingeniería y arte) y los especialistas en el tema -no conozco una sola excepción-, se han manifestado en contra de ese proyecto y de su viabilidad patrimonial, ambiental e incluso estructural.


¿Qué es si no una dictadura legislativa lo que sucede? Ir en contra de la legalidad, de los expertos, de los cuadros profesionales que saben del tema, de los ambientalistas, de los paisajistas, de la mayoría de la gente que se opone y ve feo el "mamarracho", incluso en contra de un grupo responsable de diputados encabezados por la valiente diputada Nidia Jiménez y el preclaro diputado Javier Cambronero, no es más que un comportamiento dictatorial.


¿Y por qué ese grupo de diputados, acuerpado por el Presidente del Congreso, Henry Mora, insiste en este proyecto? Además de las serias sospechas de corrupción que ya pululan por doquier, debemos también afirmar que se trata de una obtusa vanidad histórica muy a la tica; se trata de construir el Congreso y decir luego: "yo logré que se hiciera, yo paso a la historia y estaré en la placa". Sin embargo, qué dignidad le queda a los dictadores del pasado, qué lugar les resguarda la historia... No creo que sea el mejor.


Hoy por la mañana anunciaron que a partir de marzo* empezarán la construcción del edificio, como el último golpe de percusión para reafirmar la dictadura: "le guste a quien le guste, se oponga quien se oponga, vamos a empezar por el acto, por la violencia misma de todo acto que pasa por encima de la Ley". La estrategia es clara: una vez iniciada la construcción, con o sin permisos, con o sin resolución de la Sala Constitucional, ya nadie querrá devolverse y tirar lo alzado. Mientras tanto, el daño al patrimonio ya empezó...


Y Costa Rica no puede permitirse dictaduras, mucho menos en tiempos de cambio, en tiempos cuando vuelve la ilusión de que el poder vaya retornando, poco a poco, al pueblo, y no siga siendo administrado por una clase política que beneficia los intereses de riqueza en unas cuantas familias. Un país de paz, un Estado de derecho, no pueden sucumbir, mucho menos, ante la vanidad terca de unos cuantos.


Pero si estas razones no le parecen suficientes, les dejo este video en el que se reúnen comentarios y un recuento sobre el problema:




*En la versión de este artículo se puso enero por error.

jueves, 18 de diciembre de 2014

La insoportable levedad del ASCO

No sé si fue premeditado, si en el hastío por la decepción ante la resolución de Setena, la diputada Ligia Fallas decidió hacerse notar con una frase que irremediablemente tendría un efecto notorio en la prensa, precisamente por la investidura de quien lo decía. Ella decidió actuar como una ciudadana común, en todo su derecho de vociferar "¡qué asco de país!" y remover las fibras conservadoras del dudoso nacionalismo patrio a flor de prensa. Pero es una diputada y hasta en su mismo partido están claros que no corresponde a ella decir esas cosas.

Sin embargo, un periodista de esos que construyen preguntas a partir del ideario conservador de sus jefes, le preguntó a la diputada Fallas que si le daba asco su país, ¿por qué ella no se iba a otro? Su respuesta es de antología, justo para descartar ese mito de que si uno está molesto con su país debe abandonarlo: "Si usted tiene su casa sucia y llena de cucarachas y ratas, no la quema ni la abandona, sino que limpia y mata las plagas para que quede limpia".

Ahora bien, lo de ellas es una desdichada e imprecisa hipérbole: el asco no es nuestro país, el asco es la corrupción y la ineficiencia que permiten las injusticias que nuestro país vive. Y tampoco, por un solo hecho como el que Setena de viabilidad ambiental a APM Terminals, vamos a decir que todo está mal en el país y vamos contra el despeñadero, como algunos pretenden decir, y lo dicen con mucha frecuencia. Que Setena anda dando permisos ambientales muy dudosos, eso es cierto, podríamos incluir en la lista también al permiso de construcción que le dieron al mamarracho -en palabras de don Beto Cañas- del edificio legislativo; ahora dicen que en los informes recibidos no sabían que el plenario estaría bajo suelo y eso implicaría un gran costo energético. Pero ese es otro tema.

Pero si bien la diputada Fallas se expresó mal, aunque ella lo siga defendiendo, lo de Farid Ayales -nefasto adalid liberacionista que muchos en ese partido vitorean a pesar de haber sido condenado- es sencillamente de un nivel muy bajo. El señor Ayales, como respuesta a Ligia Fallas, sin ningún respeto, la trató como le dio la gana, con los insultos de un pandillero de la calle, pero bien escritos. Ya sabemos que Ayales es un tipo irrespetuoso, megalómano -que gusta de citar a sus amigotes en el poder-, con delirios de grandeza y de poder, vulgar y mal intencionado, al que hemos visto con su vaso de Whisky, su habano, en su mansión, pero también esposado camino a una cárcel. He leído sus insultos a mujeres y jóvenes en varias oportunidades y lo retratan, pero lo lamentable es que haya gente, del mismo PLN, aplaudiendo sus insultos. ¿Retrata eso también al partido que lo acuerpa? Y ojo, es profesor de la Universidad Nacional, ¿permite esta universidad estatal que un docente ande insultando a mujeres y jóvenes ostentando un supuesto poder que tiene gracias a sus amigotes en el poder? (Lean para más ahondar sobre su actitud la frase que escribe a un profesional: "asco me das vos pobre diablo iletrado").

El gran tema aquí no termina, cuando vemos que las redes sociales, miles de personas, han dedicado horas, incluido este servidor, a comentar las frase de la congresista costarricense. No han faltado quienes la quieran mandar de un empujón -por decirlo bonito- a Cuba, justo en el contexto del momento histórico por el inicio de relaciones entre ese país y EE.UU. Otros dicen que ella condensa el malestar ante los abusos y la corrupción.

Y entonces volvemos a las frases manidas cuando estas cosas suceden: "¿no habrá temas más importantes en este país en los que la gente ocupe su tiempo?" No, lo importante en este país es el morbo, la posibilidad de hacer un vacilón de cualquier frase suelta, de sacar pecho ante un falso patriotismo, el opinar sobre algo fácil, porque lo difícil requiere pensar. Es la levedad del asco, ese asco que todos expresan hoy, pero pocos realmente sienten dentro de sí mismos, porque nos hemos vuelto un país de palabras sueltas, de disparos al aire en media calle cibernética, donde megalómanos e imprudentes hacen nuestro tema del día, y nos sacan de nuestra paz navideña, casi solo como para recordar que también existe el conflicto.

sábado, 13 de diciembre de 2014

No alimente al trol para que podamos escuchar el silencio...

Hace unos días el politólogo Gustavo Araya hacía un esquema bastante acertado en el que se podía ver que en realidad el mayor uso de las redes sociales corresponde a troles y fanáticos que hacen mucha bulla, y emiten poco contenido. Y es cierto, las redes sociales cada día más son espacios de escándalos, en los que la mayoría de la gente habla sin conocimiento, sin criterio y repitiendo consignas que escuchan en medios de comunicación, en los perniciosos grupos de opinión de Facebook -donde se aglomeran los más fanáticos e intolerantes- o en algunos de los líderes que siguen. 

En principio, eso podría ser normal, podría decir alguien; se trata de que algunos diseñen contenidos y los demás como ovejas al redil los reproduzcan sin cuestionarlos. Sin embargo, vivimos en una sociedad cada vez más informada, y uno esperaría que estuviera cada vez más formada. Perseguir el ideal es labor permanente de quienes aspiran por algo mejor en este mundo. 

Los debates sobre los temas nacionales, en algunos muros y en algunos espacios, son realmente interesantes, pero la realidad nos golpea en la cara cuando vemos algunos muros y grupos de Facebook, o las opiniones que vierten algunos en Twitter, donde la estupidez es perseguida y seguida masivamente. Mucha de esa estupidez viene en forma de memes y otras imágenes difamantes, manipulantes y mentirosas, tanto como muchísimos títulos de nuestra prensa actual. ¿Y quiénes construyen esos objetos de diversión de la masas para desacreditar personas, movimientos, grupos o el trabajo positivo de algunos en política, por ejemplo? Los troles (así, en español). 

Estas figuras -pagadas o no-, son perfiles de personas o simples anónimos cobardes -que actúan principalmente en los "foros de opinión", porque nadie los acepta como contactos. Hay troles conocidos y reconocidos desde el inicio de los tiempos en las redes sociales, hay de derecha como de izquierda, hay personalidades múltiples, ezquinofrénicos, paranoicos y hasta alcohólicos y drogadictos. Y son famosos, sí, así es, la misma gente los ha hecho famosos en las redes, cuando gran parte de su vida pasaron desapercibidos en su profesión, en sus actividades o en sus espacios de acción. El trol, como la publicidad, particularmente en las redes, se alimenta de los demás. Si los demás lo quieren, ellos son famosos. Ahora bien, pero qué tienen los troles que emocionan a la gente para seguirlos... Muy fácil: la estupidez. El decir mentiras o difamaciones es la mejor forma de tentar tanto a los hambrientos del morbo -que somos la mayoría-, como a los indignados con las mismas mentiras de difumina. El trol solo tiene que inventarse una frase, una imagen o vociferar algo en contra de un político para lograr efecto inmediato. 


Comentar un post de un trol, en su perfil o en un grupo, aunque sea para rebatirlo, es la mejor forma de alimentarlo. Es decir, contradecirlo es echarle gasolina al fuego, y él estará contento viendo cómo llegan los incautos y comentan sus estupideces, sus mentiras difamantes, sus ocurrencias en contra del enemigo de turno. Y las redes como el Facebook están diseñadas para que eso sucede, cuanto más se comenta o se da like a un "post", más visible se hace a los demás.

Los enemigos pueden variar, según el pago que reciban -en dinero o en especie: clientelismo político-. Hay troles que han cambiado de enemigo como se cambia de celular, porque han pertenecido -pertenecer es mucho decir- a diferentes partidos políticos o tendencias ideológicas. Algunos han pululado por partidos pequeños, luego en grandes, pero como no consiguieron el puesto deseado, rápidamente brincan de acera como si nada, y se convierten en agentes proselitistas de políticos astutos que ya saben cómo usufructuar de ellos también. Hay algunos troles cuyos enemigos son todas las personas, los ezquinofrénicos, que siempre critican todo y para quienes todo siempre está mal, o bien, si lo realizado por el actor político no se ajusta exactamente a lo que piensa él, entonces siempre está mal. 

Están también los megalómanos, que siempre aspiran en grande, pero piensan en pequeño, esos que no permiten a nadie opinar nada en su contra, que no rebaten una idea o argumento, sino que determinan, afirman o etiquetan de una sola, sin asco, y sus criterios son del tipo: "usted no sabe nada", "yo tengo todos los años en esto", "a mí no me anden con rodeos", "me las sé todas"... Lamentablemente, en redes sociales siempre se procede con falacias, la principal es la ad hominem, esa que ataca al emisor para desestimar lo que dice. Los troles son especialistas en este tipo de actos, te atacan al cuerpo, cuando no pueden contradecir tus ideas. 

No les interesa tener la razón, tampoco les interesa ganarte la discusión, su único interés es armar el espolvorín para trascender a los medios de comunicación, para que la prensa haga eco del alcance que logran en las redes. Y la prensa les sigue el juego según su agenda editorial, pero sobre todo porque esos memes ahora son "noticias" en esos medios. La gente quiere saber cuáles son los memes del tema del día y quieren saberlo porque la gente es chismosa, es vina, es idiosincrática. De todo eso se alimenta el trol. 

La mejor forma de no alimentar a un trol es evadirlo, ignorarlo y bloquearlo si usted no quiere seguir viendo ni escuchando las falsedades que publica. Así de siemple. En los grupos a algunos los expulsan, pero otros no porque los mismos administradores son los troles; en estos casos lo mejor es dejar esos grupos, retirarse, y pertenecer a aquellos donde se da la discusión sana y el debate decente y respetuoso. 

 Hay miles de personas serias que han dejado el Facebook porque no soportan tanta basura, como la de la televisión, que se reproduce como conejos en las redes. Entonces, uno se pregunta, ¿el problema es de las redes o es de la gente? Me temo que el problema es muy sencillo y se ajusta al por qué también los títulos manipulados o mentirosos de las notas periodísticas tienen más pegue en la población: la gente alimenta el morbo, la gente nutre la estupidez porque le encanta el morbo y la estupidez. La gente alimenta los troles por la misma razón. 

Por todo eso, no alimente al trol, que tal vez podremos empezar a escuchar el silencio, a escuchar lo mejor y alimentarnos de lo mejor, quizás logremos convertirnos en una sociedad más digna, porque lo que tenemos en la política -como en la religión, como en la economía, etc.- no es más que el reflejo de lo que somos, de lo que hemos sembrado y ahora cosechamos. ¿Debemos aceptarlo o debemos superarlo?
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