jueves, 18 de diciembre de 2014

La insoportable levedad del ASCO

No sé si fue premeditado, si en el hastío por la decepción ante la resolución de Setena, la diputada Ligia Fallas decidió hacerse notar con una frase que irremediablemente tendría un efecto notorio en la prensa, precisamente por la investidura de quien lo decía. Ella decidió actuar como una ciudadana común, en todo su derecho de vociferar "¡qué asco de país!" y remover las fibras conservadoras del dudoso nacionalismo patrio a flor de prensa. Pero es una diputada y hasta en su mismo partido están claros que no corresponde a ella decir esas cosas.

Sin embargo, un periodista de esos que construyen preguntas a partir del ideario conservador de sus jefes, le preguntó a la diputada Fallas que si le daba asco su país, ¿por qué ella no se iba a otro? Su respuesta es de antología, justo para descartar ese mito de que si uno está molesto con su país debe abandonarlo: "Si usted tiene su casa sucia y llena de cucarachas y ratas, no la quema ni la abandona, sino que limpia y mata las plagas para que quede limpia".

Ahora bien, lo de ellas es una desdichada e imprecisa hipérbole: el asco no es nuestro país, el asco es la corrupción y la ineficiencia que permiten las injusticias que nuestro país vive. Y tampoco, por un solo hecho como el que Setena de viabilidad ambiental a APM Terminals, vamos a decir que todo está mal en el país y vamos contra el despeñadero, como algunos pretenden decir, y lo dicen con mucha frecuencia. Que Setena anda dando permisos ambientales muy dudosos, eso es cierto, podríamos incluir en la lista también al permiso de construcción que le dieron al mamarracho -en palabras de don Beto Cañas- del edificio legislativo; ahora dicen que en los informes recibidos no sabían que el plenario estaría bajo suelo y eso implicaría un gran costo energético. Pero ese es otro tema.

Pero si bien la diputada Fallas se expresó mal, aunque ella lo siga defendiendo, lo de Farid Ayales -nefasto adalid liberacionista que muchos en ese partido vitorean a pesar de haber sido condenado- es sencillamente de un nivel muy bajo. El señor Ayales, como respuesta a Ligia Fallas, sin ningún respeto, la trató como le dio la gana, con los insultos de un pandillero de la calle, pero bien escritos. Ya sabemos que Ayales es un tipo irrespetuoso, megalómano -que gusta de citar a sus amigotes en el poder-, con delirios de grandeza y de poder, vulgar y mal intencionado, al que hemos visto con su vaso de Whisky, su habano, en su mansión, pero también esposado camino a una cárcel. He leído sus insultos a mujeres y jóvenes en varias oportunidades y lo retratan, pero lo lamentable es que haya gente, del mismo PLN, aplaudiendo sus insultos. ¿Retrata eso también al partido que lo acuerpa? Y ojo, es profesor de la Universidad Nacional, ¿permite esta universidad estatal que un docente ande insultando a mujeres y jóvenes ostentando un supuesto poder que tiene gracias a sus amigotes en el poder? (Lean para más ahondar sobre su actitud la frase que escribe a un profesional: "asco me das vos pobre diablo iletrado").

El gran tema aquí no termina, cuando vemos que las redes sociales, miles de personas, han dedicado horas, incluido este servidor, a comentar las frase de la congresista costarricense. No han faltado quienes la quieran mandar de un empujón -por decirlo bonito- a Cuba, justo en el contexto del momento histórico por el inicio de relaciones entre ese país y EE.UU. Otros dicen que ella condensa el malestar ante los abusos y la corrupción.

Y entonces volvemos a las frases manidas cuando estas cosas suceden: "¿no habrá temas más importantes en este país en los que la gente ocupe su tiempo?" No, lo importante en este país es el morbo, la posibilidad de hacer un vacilón de cualquier frase suelta, de sacar pecho ante un falso patriotismo, el opinar sobre algo fácil, porque lo difícil requiere pensar. Es la levedad del asco, ese asco que todos expresan hoy, pero pocos realmente sienten dentro de sí mismos, porque nos hemos vuelto un país de palabras sueltas, de disparos al aire en media calle cibernética, donde megalómanos e imprudentes hacen nuestro tema del día, y nos sacan de nuestra paz navideña, casi solo como para recordar que también existe el conflicto.

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