domingo, 25 de julio de 2010

Crucitas en punto álgido

Ya no queda dudas de que el temor más grande de Industrias Infinito se confirmó: Crucitas se ha convertido en un tema de interés nacional y de vox populi político. Más precisamente, decimos que el tema de Crucitas trascendió más allá de las expectativas iniciales de ser un proyecto minero simple, que en otro país podría estar invisibilizado; pero en Costa Rica ahora es tema de realidad nacional.

La misma empresa le dio el espaldarazo final al asunto de poner Crucitas en boca de todos, cuando empezó con su insulsa publicidad para manipular conciencias desde las emociones que manipula la publicidad. Crucitas en silencio pudo ganar con facilidad en un país con memoria corta y activismo limitado en las masas.

Ahora Laura Chinchilla y un vicepresidente ecologista pueden ahogar definitivamente esta empresa y ganarse el apoyo de tirios y troyanos (conscientes y dignos de la realidad), del pueblo, dar el golpe de popularidad que la Presidenta jamás se hubiera pensado lograría. Todo pareciera indicar que la inclinación de Alfio Piva y Laura Chinchilla va en esa dirección, por eso ahora los abogados de la empresa se estremecen, dudan y ven partir los millones de dólares de un negocio que nunca fue para Costa Rica, que nunca debió aspirar a realizarse en Costa Rica.

Ahora seguiremos atrayendo inversión, con mayor seguridad jurídica (contrario a lo que dicen algunos abogados del diablo transnacional), porque ahora atraeremos inversionistas que vengan con respeto por la tradición conservacionista del país, su decido empeño por proteger sus recursos naturales y su futuro ecológico. Ahora muchos inversionistas tendrán seguridad jurídica y política para realizar industrias ecológicas, sin chimeneas, inversiones en turismo sostenible de verdad, y los nacionales además podrán recuperar su fe y confianza en su país; invirtiendo en pequeñas y medianas empresas, creando cooperativas y pensando en un desarrollo desde dentro, que confíe de nuevo en el costarricense, y no es mediocre que solo aspira a imitir los extranjero, que considera todo los extranjero como superior ante lo nacional, que se entrega a cualquier vendedor de espejos que llegue.

La Presidenta Laura Chinchilla, la Presidenta de LOS y LAS costarricenses tiene ahora la opción de apostar por un desarrollo desde dentro, en equilibro con el que viene desde afuera, que piense en cada uno de los más de 4 millones de ticos.

Y tal vez a usted le parezco un sueño de opio, una ilusión, pero Crucitas viene a convertirse en eso; una esperanza de romper con la barberie arista y romper con ese estilo de desarrollo que fue impulsado desde el TLC y desde los ultra millonarios del país, inescrupulosos algunos, que viven infelices en el círculo de la ambición sin límites. Crucitas sería el gran triunfo de un poder verdaderamente democrático.

Por supuesto, el escepticismo, mientras tanto, sigue presente...

miércoles, 14 de julio de 2010

Crucitas, la decisión incómoda.

"El modelo de país lo decidimos todos, pero mantener el decreto de Arias es decisión de la Presidente Chinchilla", escribió Roberto Carlos Monge, un amigo de Facebook, sobre una imagen de humor de el Diario El País. No he leído nada más acertado al respecto.

La gran decisión de Laura Chinchilla, a sus dos meses y medio de gobierno, sin duda tendrá que ver con Crucitas. Es su piedra en el zapato para cerrar una racha de aciertos populares que, sin duda, han enojado a algunos liberacionistas neoliberales como los mismos Arias Sánchez. La oposición, dispersa como ha estado en los últimos años, se mantiene escéptica y silenciosa; aunque no falten arrebatos pasionales, irreflexivos, contra todo lo que sea del PLN, ML o PUSC. No los culpo, llevan años de dolor y frustración contenidos ante abusos gubernamentales de pésimos "dirigentes" de estos partidos; que se han dedicado al saqueo del Estado para beneficio propio. Siguen faltando los estadistas en Costa Rica.

Crucitas es entonces una decisión incómoda. Si Chinchilla deroga el decreto de Óscar Arias en el que declara de interés público la minería a cielo abierto, se los echará encima definitivamente (a los Arias y el ala neoliberal del PLN), y pondrá en alerta a capitalistas neoliberales que se sentirán amenazados. Por otra parte, si lo deroga pondrá en aprietos al Estado costarricense, que posiblemente deberá pagar millonarias indemnizaciones a los usurpadores canadienses.

Al contrario, si la Presidenta de Costa Rica no deroga ese decreto y espera que pase la oposición a Crucitas (que merme su intensidad), como parece estar haciendo en este momento, mantendrá la molestia en la gran mayoría de costarricenses que se oponen a esta industria minera antiecológica y malsana. Crucitas quedará como una espina incrustada en el gobierno, un argumento para mencionar entre los desaciertos de la administración, para mencionar cada vez que haya molestia. La Presidenta estará dando una evidencia de que no está gobernando para Costa Rica, para los costarricenses. Y con ello permitirá que se gesten muchas teorías de conspiraciones sobre su papel a favor de los intereses de los grandes capitalistas, al mejor estilo arista. En consecuencia, Laura Chinchilla tomará la senda marcada de los Arias y confirmará el continuismo.

Me temo que esta alternativa última es la que va tomando nuestra Presidenta y, con ello, estaría devastando mis grandes ilusiones para el inicio de su gobierno, que empecé a percibir como algo providencial, esperanzador. Pero en política quizás no podemos ser muy idealistas, de hecho la teoría política que predomina es el realismo maquiavélico; hoy más que nunca. Cuando el liberalismo económico se impone en una sociedad suele pasar que el realismo se imponga en la política.

Crucitas es el clímax de sus tres primeros meses de gobierno, la decisión incómoda.
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