lunes, 31 de mayo de 2010

Laura da primeros pasos, pero sigue en observación...

La realidad y la ilusión se diluyen a veces, pero los hechos nos ayudan a poner nuestros límites. Laura Chinchilla, hoy Presidenta de Costa Rica, nos da señales halagüeñas que ilusionan, pero que debemos ajustar a la realidad.

El veto al aumentazo era tan urgente como la derogatoria del decreto sobre Crucitas. El aumentazo lo detuvo porque ella se veía beneficiada, pero y Crucitas, ¿acaso el país no se ve perjudicado? Digamos que ella usó la excusa del auto-beneficio para detener el abuso del aumento y, además, la gran impopularidad de tal acto legislativo, ¿podemos pensar que ella aún no encuentra una excusa para evitar Crucitas? Entonces pensamos, ¿será que Laura necesita excusas para tener poder y oponerse a los abusos de los Arias y su camada de serviles? Claro, es estrategia política, no puede echarse de buenas a primeras a esos sectores que han convertido la política en una mafia organizada.

Veamos el caso de SETENA con Sardinal. ¿Por qué antes no y ahora sí? No importa, pero a mí me huele que la gente de SETENA ya no tiene tanto miedo de la represión como lo tuvo hace unos meses. En Costa Rica aún hay funcionarios valientes y que, sigilosamente, tratan de cumplir con su responsabilidad social.

Pareciera ser que los límites de Laura vienen marcados por los Arias y dependerá de su habilidad para ingeniárselas y convertirse en una gran Presidenta, que borre los atroces derroteros de los Arias, el gobierno más nefasto y retroceso que he conocido en la historia reciente de Costa Rica. No voté por ella, me opuse al continuismo, pero ella nos da hechos para tenerle esperanza, para creer en sus buenas intenciones, aunque sean en el marco de la estrategia política.

Ahora bien, ¿hasta dónde podrá llegar Laura Chinchilla como la mujer que toma sus propias decisiones sin la imposición del gamonal que la casó con ese puesto? ¿Será como Cundila Guillén ("El moto", García Monge) que se doblegó ante su padre quien el impuso con quién casarse, o será la mujer contemporánea que decide por sí misma? ¿Seremos nosotros como José Blas (el moto pobre), que renunció y huyó del amor de Cundila, o luchó por ella y sus buenas intenciones?

Estamos observando.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Y la vergüenza qué es...

A pesar del 90% en contra de la designación de Ofelia Taitelbaum como Defensora, ella se instauró y ahí está haciendo que hace, perpetuando el burocrático e inerte funcionamiento de esta institución. Ya está anulada. Ya sabemos que la Sala IV tuvo la mismo suerte, ahora es la Sala 5 (Arias) contra apenas 2 del pueblo y la Ley. Ahora la Procuraduría General de la República, a pesar de que el 89% del pueblo se muestra en contra del proyecto Crucitas, defiende también los intereses de esos pocos aliados al descaro arista.

Aún podemos recordar, no sé hasta cuándo, de la época en que las instituciones eran regidas y funcionaban por líderes independientes moral y éticamente, así como de presidentes costarricenses que RESPETABAN la división de poderes y no se atrevían a influir o tratar de hacerlo en esos contrapesos democráticos. ¡Qué chiste creer que eso sea posible ahora! ¿Verdad? Y hay quienes defienden lo bueno de que eso suceda alegando gobernabilidad, vaya descaro.

No estamos lejos de que se haga un referendo, por ejemplo, sobre un tema como Crucitas y, ante el gane de la mayoría que se opone a la destrucción ambiental, un presidente plutócrata como Arias influencie al TSE para desconocer el resultado. NO ESTAMOS LEJOS. Y habrá ilusos inconcientes, mercaderes de la patria y la sociedad, que defiendan ese actuar. No estamos tan lejos, así lo decíamos hace unos diez años cuando hablábamos de la posibilidad de que la Defensoría dejara de ser un ente de control independiente.

Usted lo sabe. La Sala IV, la Defensoría, ahora la Procuraduría, la Asamblea, la Contraloría incluso, solo son independientes en temas NO económicos, o que no impliquen fuertes intereses económicos, en otras palabras, que no afecten los intereses de Óscar Arias y compañía.

Y sus funcionarios, como ahora los de la Procuraduría, ya no tienen vergüenza ética, ya no defienden al pueblo quien les paga, sino que se doblegan a esos poderes. Estamos en la Costa Rica donde debemos preguntar ¿qué es la vergüenza? ¿Con qué se come eso?
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