martes, 7 de julio de 2015

Iniziasse lui a morire

Geovannt Debrús Jiménez/ Matar al amor, porque así se mata la vida. La economía ha logrado la ecuación desde hace rato, y parece ganarla entre los ricos y neoliberales que quieren amar el poder.

El ministro de finanzas japonés decía que los ancianos con cuidados paliativos de su país debían apurarse a someter su cabeza al honor de la muerte para no gastarle al Estado más recursos. Una criatura, funcionaria del FMI, había dicho que los ancianos estaban viviendo mucho y había que hacer algo. Esa supervivencia humana estaba liquidando unos números de interés que bajan reditos a la riqueza de los inversionistas.
El mismo día, se confirma que los costarricenses deben una millonada con tarjetas de crédito. Y la pagan cada día en su dependencia a un trabajo, a su título de "récord crediticio" o la mancha con que amenazan las cobradoras de las financieras.
Más aún, Grecia le dijo a la Comunidad Europea -en particular a Alemania- que no va a pagar; ellos y ellas dijeron no de manera muy clara: preferimos estar solos que mal acompañados.
En Costa Rica algunos griegos asumieron en años diferentes esa actitud: no voy o no puedo pagar, así que "mánchenme", ya no me presten, no les voy a pagar. Y ahora viven engrosando un segmento del que nadie habla y los medios tantean: la economía informal.
Esa economía que prefiere guardar billetes debajo del colchón y construir sociedades anónimas o usar, quien puede culparlos, a los nuevos hijos del consumismo. Las deudas no se heredan, hasta que algunos tuvieron la ocurrencia, eso olía a Otto Guevara y su encanto por las finanzas que tienen números, pero nunca seres humanos.
Guevara es el mejor ejemplo de la megalomanía que se justifica con números.
Volvamos: el asunto no es de números ni de economía. El asunto es que le enseñamos al mundo que conocemos que solo existe una economía, la que reproduce números, pero nunca entiende de humanos. Nació muerta, absurda y peligrosa, con la fantasía de la mano invisible de Adam Smith.
Lo de Grecia no es nuevo: la Argentina de los Kischner mantiene ese orgullo -y en ese país el orgullo puede ser Maradona o Messi-, así como Rodrigo Carazo Odio lo quiso en este terruño allá cuando terminaba los setenta. Pero fue Chávez y su valerosa legión quienes le dieron a América la oportunidad de decirle al trasnochado de Montaner y secuaces, pero más aún, a interes muy furiosos desde Texas, que el patio trasero podía hacerlo impresionantemente diferente. Correa es el preclaro más habilidoso de la saga democrática griega: ya no lo dejan retirarse.
Es muy simple: en esta América de Latinoamérica no existe riqueza desde los números, sino desde lo humano. El crecimiento económico no dice nada, si no puede llevarle bendición a las personas, si no puede preservar cada árbol o cada especie, si no puede alimentar y hacer feliz a los animales, si no puede comprender (verstehen) el equilibrio global, si no puede simplemente llorar o reír lo que sucede.
Lo de Grecia, lo de Japón, lo de Costa Rica, lo de la Humanidad solo es posible con nosotros, los seres humanos.
De lo contrario, volvamos al principio: Iniziasse lui a morire.

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