martes, 10 de diciembre de 2013

El trauma de las encuestas hacia febrero 2014

Las encuestas ponen a la gente a restregarse la cabeza, hay en ellas demasiadas contrariedades que para muchos son difíciles de entender. En cada una de ellas siempre hay grupos que salen diciendo "no creo en las encuestas", "las encuestas son pagadas por los magnates", o "no creo en esta encuestadora o la otra"; todo siempre dependiendo de qué tanto beneficie a un partido u otro.

La más reciente es una de Borge y Asocs que publica hoy Diario Extra y dice que, del total de la muestra, solo hay un 12% de INDECISOS (no votará + tal vez decida luego + NR), 30% no votarán y un 58% están decididos a votar. Sin embargo, de ese 58% "decidido" a votar, un 27% votará por don NINGUNO, un 26,5% por Araya, un 13% por Guevara, un 12% por Villalta, un 9% NO RESPONDE, un 5,5% por Solís y un 3,2% por Piza. Esos datos son "si las elecciones fueran hoy". 

De los datos se pueden obtener impresiones vitales y luego algunas conclusiones sobre el tema de las encuestas:

1) Hay un 27% + 9% sin candidato (NINGUNO + NO RESPONDE) en los "decididos" a votar, es decir, un 36% del 58%, que realmente tambien son indecisos en la práctica. El 36% del 58% significa un 21% del total de la muestra, lo que aumentaría los INDECISOS: 12% + 21% = 33%. Eso los pone en un porcentaje igual al de la encuesta de Unimer para La Nación, publicada hace poco. En la encuesta actual, entonces, suman 63% de público por conquistar y un 37% de realmente decididos a votar. En consecuencia, nada habría cambiado en los datos de una encuesta a otra, excepto los porcentajes que se dan a Araya, Villalta y Guevara, donde el primero crece, pero los otros decrecen. Veamos.

2) Los porcentajes dados son para el 37% que ya tiene candidato y votaría si las elecciones fueran hoy. Aquí los datos cambian con respecto a Unimer: Araya habría subido de 16,5% (Unimer) a 26,5 (Borge), Villalta habría bajado de 19,5% a 12% y Guevara de 16,5% a 13% y Solís de 6,5% a 5,5%. Es decir: Araya + 10, Villalta -7,5, Guevara -3,5 y Solís -1. Sin embargo, las metodologías son diferentes, entonces no es posible comparar tan libremente cómo lo hago, sin embargo, esto nos lleva a una pregunta importante:

3) ¿Qué cambia de una encuesta a otra para esos porcentajes cambien ostensiblemente? Muchos dirán: confiabilidad ("No creo en Borge ahora"), pero dejando de lado eso, para los partidos políticos en estos momentos es importante analizar metodologías. Esta encuesta fue realizada entre el 14 y 28 de noviembre por Borge para Lafise con una muestra de 1920 personas, un 2,2% de margen de error, es decir, es posterior a la de Unimer (del 8 al 16 de noviembre), lo que podría implicar un cambio en la preferencia de voto a nivel coyuntural. Sin embargo, una de Cid Gallup para La República, telefónica (las otras dos son presenciales), con una muestra de 713 personas, realizada del 23 al 27 de noviembre, dio resultados raramente diferentes en los que ponía a Araya sobre el 50%. La conclusión: el método influye en el resultado.

4) Como lo dije, lo he dicho y lo sigo diciendo, NADA ESTÁ DECIDIDO en esta elección nacional. Ni los seguidores de Villalta podían lanzar confeti de celebración, ni Guevara podía creerse ya Presidente, ni Araya estaba para bajar la frente. Sin embargo, hay TENDENCIAS interesantes que se confirman:
a) La "amenaza" de segunda ronda está vigente.
b) Los indecisos siguen siendo mayoría (en Unimer y Borge).
c) La metodología de Borge favorece al elector del PLN y la de Unimer al del FA y ML. Solís y Piza siguen igual en cualquier encuesta.
d) Araya es inestable para las encuestas, pero sigue siendo el que tiene un techo (más gente que no votaría por él) más pesado, Guevara lo sigue. La gran pregunta: ¿por qué Araya cambia tanto de una encuesta a otra, será volatilidad de las encuestas o del candidato? Villalta, Guevara y Solís siguen siendo teniendo un intervalo de porcentajes similar de una encuesta a otra: Villalta y Guevara entre 12% y 19%, Solís de 5 a 9%, Piza de 2 a 5%.
e) Nada parece cambiar en diciembre, será a finales de diciembre y principios de enero cuando se vean cambios interesantes, si es que hay cambios.


Ahora bien, qué pasa entonces con las encuestas, cuál es más confiable, cuál está mejor elaborada y representa mejor la realidad, ¿cuál? Sobre esto podemos aportar los siguiente:

1) Ninguna encuesta es infalible y siempre dependerá del método que cada firma aplique. Unas son con entrevistas presenciales -me parecen más confiables-, otras telefónicas -menos precisas en cuanto a la selección de la muestra-. Otras aplican métodos diferentes para hacer las preguntas, algunas incluso aplican tarjetas para que la gente vote como si hoy fueran las elecciones; también depende de cómo se formulen las preguntas. Es un hecho que son beneficiados en las encuestas iniciales los candidatos que son "más conocidos", que incluso ya estuvieron en campañas anteriores, pero eso puede revertirse con el tiempo.

2) ¿Por qué una encuesta favorece a unos candidatos y otras a otros? Es un misterio, sin embargo, es preciso realizar un análisis comparativo de encuestas a nivel de elecciones nacionales, utilizando las variables necesarias -como metodologías empleadas y forma de aplicarlas, entre otros factores-, de manera que podamos explicar, si es posible, los desajustes, sobre todo esos desajustes sospechosos a partir de datos que cambian muy rápido. Por ejemplo, Araya esta en 51% con Cid Gallup en una encuesta telefónica, luego baja a 16% en una de Unimer vía entrevista y luego recupera un poco y vuelve al 26% con Borge, todo en un mismo mes. Este es un buen tema para una investigación académica y un libro posterior.

3) Que las encuestas son pagadas y son alteradas a beneficio del que paga por debajo, eso no es comprobable y solamente queda en el terreno de la especulación, hasta no comprobarse, no obstante, hay situaciones sospechosas que tampoco podemos dejar de lado. La prensa verdaderamente libre debería investigar bien estas situaciones. Ahora bien, la sospecha no da para tanta teoría de conspiraciones y tanta especulación irreflexiva, como a veces se ven en redes sociales o con seguidores fanáticos.

4) Otro aspecto determinante es cómo se interpreten y se proyecten las encuestas. Sobre este tema, me parece esclarecedor este artículo.

5) Las encuestas nunca van a representar la realidad de las redes sociales, en la coyuntura actual, porque hay partidos políticos que tienen mejor posicionamiento en redes sociales y son preferidos entre los sectores sociales que normalmente las usan, como los jóvenes o personas de clase media y alta. El estudio estadística se basa en una muestra representativa de la población total, distribuida geográficamente, en todas las clases sociales, de todas las edades, sexo, entre otras características. El Facebook, por ejemplo, no puede hacer eso, aunque algunos fanáticos de la política quisieran darle validez a sondeos en esta red social.

Sin un análisis serio, con las encuestas siempre triunfarán las especulaciones y las interpretaciones convenientes, también el análisis somero. El peligro aquí es que bancos como Lafise se basan en ella para prestar deuda política y, más grave aún, hay una porción -una mayoría quizás- del electorado que aún basa su voto en los resultados de las encuestas. Sin embargo, estos estudios estadísticos dan importantes datos para analizar tendencias, relacionar variables de análisis, intuir escenarios y comportamientos, entre otras características de gran relevancia en la Ciencia Política. 

Ninguna encuesta es la verdad absoluta, los resultados finales siempre podrán cambiar.

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