Costa Rica en el país de las paradojas

Solo en Costa Rica se podría dar que se estrene el billete de más valor económico (veinte mil colones) con el rostro de la mujer ícono del comunismo costarricense: María Isabel Carvajal (Carmen Lyra). El mayor valor de intercambio monetario con el rostro del mayor valor femenino del comunismo tico. No sé si Carmen Lyra estaría contenta, pero yo lo percibo al menos paradójico.

Quizás en la Costa Rica del año 2060 se invente algún sistema de intercambio NO monetario y de gran virtud ecológica y le pongan la cara del funesto Óscar Arias, por su legado de paz con la naturaleza. El fondo de la ilustración será en ese caso una mina, con unas cruces pequeñitas en el entorno.

Ahora bien, aquí nada es raro y lo paradójico es común. Nos costó 150 años, desde su fusilamiento, para otorgar a Juanito Mora -baluarte y valor de la campaña contra los filibusteros de 1856- la calidad de Héroe Nacional. Por eso quizás el mayor premio democrático de futuro reciba quizás el nombre de Arias, el presidente más irrespetuoso de la democracia costarricense en las últimas décadas, quien no ha permitido el libre juego de las relaciones de poder democráticas, imponiendo defensoras de los habitantes, magistrados del Poder Judicial y muchos otros puestos dentro del Estado.

Aquí las cosas son tan paradójicas que un embajador judío en la ONU, Saúl Weisleder, asume una posición sionista contraria al sentir y pensar histórico de la nacionalidad costarricense. El señor se retira, actitud nada diplomática ni tolerante, mientras un Presidente (el de Irán) emite su discurso: por supuesto haciendo cola detrás de Estados Unidos. Costa Rica, el país de paz y tolerancia, de democracia y protección ecológica, de repente irrespeta el derecho de los contrarios a expresarse, violenta la naturaleza e implanta una mafia política en los poderes del Estado para defender sus intereses, en mayoría económicos. Y todo es tan paradójico que el grupo en el poder que actúa así es el que ha llevado al poder un presidente que ganó el Premio Nóbel de la Paz. ¡Oh cielos!

En Costa Rica las mayores riquezas que tenemos, como la naturaleza y la cultura, son las que menos reciben dinero del erario público. En Costa Rica, además, el escritor más internacional, más leído y flagelado injustamente del país y por el país, no ha recibido, con más de 80 años, el máximo galardón de la cultura costarricense: el Premio MAGON. Don José León Sánchez es el único best seller internacional, traducido en amplitud y llevado al cine en varias oportunidades, que tiene este país. Es el más grande de los escritores que haya conocido Costa Rica, por muchos méritos, aunque no le guste a muchos.

En Costa Rica el Estado otorga concesiones para construir carreteras a empresas irresponsables, y lo más triste es que el mismo Estado es el que se encarga de defender esas empresas del gran rechazo popular. Nos hacen una carretera de tercer mundo y nos cobra el peaje como de primer mundo. Y adivinen, el Estado, la Presidenta, se muerde las uñas y no actúa con firmeza ante la empresa, las deja seguir haciendo. El caso de Infinito Gold y de Autopistas del sol, las metidas de pata de Óscar Arias y que ahora dejan ver sus nefastas consecuencias para el país, son los ejemplos de gobiernos que nos exigen pensar en el primer mundo, pero actuar como ellos (como el mismo Arias): en el tercero. Un Presidente gamonal, que lo es para defender los poderíos de capitaltenientes y oligarcas, se quedó en la América Latina del tercer mundo, en la que unos pocos ricos se imponían en el poder para perpetuarlo, y para seguir favoreciendo el ensanchamiento de sus riquezas.

Y eso que no he mencionado la Nery Brenes, pero ustedes la conocen mejor que yo quizás. El más grande recibe los menores recursos.

Y la paradoja queda en que, por miedo a que nos demanden, mejor seguimos siendo del tercer mundo. Porque la actitud que tenemos no es la necesaria.

Que Carmen Lyra esté en el billete me hace sentir ambivalencias y me pone sentimientos encontrados, pero no me sorprende. No sé si es bueno o malo, porque ya viene siendo que Costa Rica podría cambiarse su nombra a Costa Paradoja, donde ya no sabemos qué es bueno o malo, conveniente o inconvenientes, normal o no.

O quizás podríamos inventarnos la película "Costa Rica en el país de las paradojas", la ficción de un país hermoso que se tambalea extrañamente.