martes, 11 de septiembre de 2012

Selección Nacional: El epílogo de un desastre conocido

En Costa Rica se dice que hay 4 millones o más de técnicos de fútbol. Pero eso es mentira, el fútbol ha perdido miles de adeptos en las últimas dos décadas que sobrepasan los millones. Aún así, queda una nada despreciable cantidad de aficionados que aún persisten en su encanto por el deporte rey del Mundo, muestra de ello es que los medios y la publicidad siguen apostando a él para vender. Yo voy a terciar en este tema, con su permiso.

En el caso de la Selección Nacional, "el equipo de todos", donde un falso nacionalismo se resguarda cada cierto tiempo, el fútbol recupera un poco de su terreno perdido. Sin embargo, cuando este equipo demuestra una sí y la otra también, que enfrenta serios problemas, el tiro más bien sale por la culata y lo que podrían ser nuevos adeptos (o recuperar viejos perdidos) se transforma en un aumento de desencantados.

En nuestro país debemos aceptar, a pesar del mito largamente extendido, de que en realidad no tenemos talento futbolístico. De que lo tuvimos, lo tuvimos, de que pudimos, pudimos, pero la generación actual es -ciégamente Santa Lucía- francamente mediocre, no por voluntad o por falta de ganas, como dicen algunos comentaristas apasionados e irreflexivos, sino porque sencillamente no tenemos jugadores de gran capacidad y destreza en este deporte. El fútbol se convirtió en una pasarela y un modo de vida, más allá que un deporte de alta competitividad, eso está pasando la factura en resultados.

La generación que pudo hacer algo en el fútbol tico murió con el retiro de Wálter Centeno, le guste o no a quien sea, el exponente último de muchachos con talento, pero algo vanidosos (aquí empezaba ya el problema). En los Mundiales en que participaron (los dos seguidos de Corea/Japón y Francia) merecieron mejor suerte con un poco más de masa genital y menos conformismo).

La evidencia de lo apuntado está en los procesos infantiles y juveniles, donde hemos fracasado estrepitosamente en los últimos mundiales (donde ya ni vamos, a pesar de que antes clasificábamos en primer lugar por encima de México, que ahora incluso es Campeón Mundial y llega las cuadrangulares finales de estos torneos). Con la excepción de la honrosa participación de la Selección sub 20 en Egipto de 2009, el resto de grupos han sido francamente desastrosos en la última década. De la sele de Egipto, Bryan Oviedo y algunos de la defensa forman la selección actual, pero la mayoría se quedaron sin éxito; ya hemos visto el desastre defensivo actual. ¿Hubo continuidad con este grupo, algún plan de seguimiendo a estos talentos, los siguieron reuniendo como selección para formar un proceso de unión de grupo? Por supuesto que no: en Costa Rica la planificación es una palabra bonita sin contenido.

Que los dirigentes tienen culpa, sin duda; ellos han sabido demostrar cero visión y desorden administrativo en el fútbol costarricense, una historia de nunca acabar. Que los técnicos han tenido sus culpas, claro, sin duda, sobre todo porque contratan gente de afuera que desconoce el proceso nacional, o bien gente de adentro que nunca ha pensado en el proceso nacional. Con Lavolpe ya había quedado claro, el tema no era si él es arrogante o incapaz, el tema era que -él mismo lo dijo sugestivamente varias veces- nunca tuvo buen material humano para montar un equipo competitivo.

El caso de Pinto, que hoy tiene su cabeza en guillotina sin caer, no es diferente. Ya sabíamos que este entrenador es defensivo, que sus sistemas no son ganadores, que su comportamiento es arbitrario cuando pierde el control, que sus capacidades son limitadas. Pero él tampoco puede hacer milagros con lo que tiene: jugar con 7 jugadores en posición defensiva es una ofensa a la capacidad ofensiva tica, pero es una verdad cuando se tiene una defensa tan deficiente como la que se ha venido desarrollando en la Selección.

Costa Rica tiene a Bryan Ruiz, el único constante luchador y talentoso, que ayudado de manera inconstante por Bolaños o Campbell, generan una delantera interesante, pero que no tiene medio campo, que nunca encontró volantes que los inyectaran en equipo para hacer goles. Y, cuando Ruiz, Barrantes o Bolaños lograron pases buenos, Saborío se encargó de tirarlos afuera. El resto del equipo es inconstante, de chispazos, incapaz de jugar dos o tres pases con eficiencia, sin visión vertical de juego, sin conjunto trabajado, sin medio campo que sirva o distribuya (solo tenemos contención), sin una defensa fuerte y ubicada, sin costados veloces o extraordinarios que hagan diferencia -depende si Campbell llega iluminado, pero nada más-, entre otras falencias graves.

Saborío es un caso célebremente triste: los que se suponen saben de fútbol y que nos tienen en este predicamente de derrotas y vergüenzas, lo han defendido reiteradamente, pero hay verdades que saltan a la vista: Saborío pibotea y jala marcas, bien, pero su puntería es desastrosa, de 5 claras mete una, siempre está en posición adelantada y sus pases son torpes y difícilmente son acertados. Entonces, ¿para qué mantener un jugador así en el frente? En consecuencia, Saborío es el claro ejemplo de una generación que acude al desacierto, pero que sigue siendo defendida por quienes se supone saben de fútbol.

Hoy vamos a México en el partido de vuelta. Yo solamente le pido piedad a los mexicanos, porque si ellos revolucionan emocionados con su público, nuestra Selección verá una de las más humillantes goleadas de todos los tiempos, por más testículos o esfuerzo que pongan. No tenemos un equipo que pueda cambiar tal situación, pero sí, ojalá sea yo hoy el más jetón de los ticos y los milagros existan.

Y aquí no nos engañemos pensando que solo se trata de México, no. El descenso de la calidad futbolística costarricense no pasa por el evidente aumento del mexicano, sino del cómo incluso en el panorama centroamericano ya no somos los líderes y hemos sido relegados. En los torneos del ístmo ha quedado en evidencia que, con suerte, quedamos en tercero o segundo lugar: detrás de Honduras (que nos supera en la última década) e incluso de Panamá que ha crecido bastante. Incluya en este panorama a los reggae boys que ganaron a USA el viernes pasado y a Canadá que lidera su grupo, entonces veremos que asistir al Mundial está cuesta arriba y es altamente improbable. Y, en todo caso, yo no sé ustedes, pero asistir a un Mundial en estas condiciones no es más que alargar el mazoquismo, el sufrimiento y la humillación; quizás sería mejor ponerse a trabajar en silencio para mejorar las condiciones y los talentos desde las bases, con procesos serios y bien planificados.

A propósito quise escribir esto antes del partido, para confirmarlo -o desestimarlo, nadie es infalible, menos yo- en la escena de esta tarde. Ahí nos vemos, me encantaría estar muy equivocado hoy y que un Aztecazo se repita, pero el análisis no da para ilusionarse con eso.

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