miércoles, 7 de enero de 2015

La taimada negociación con China más allá de las consignas

China da pasos firmes y grandes, Costa Rica es la taimada y prudente. Ya nadie duda -como lo hacía yo- que China quiere expandirse en América, no con una misión ideológica sino meramente comercial. Tampoco tiene el gigante asiático interés de expansión cultural, no por ahora; su cultura es usada como un ardid comercial para encantar, pero no logra alcance significativo, no aún.

Según algunos "muy críticos" de hoy, el gobierno de Luis Guillermo Solís debería dejar pasar las relaciones con China, perder la posibilidad de atraer inversiones a Costa Rica, incluso romper sus relaciones con el gigante asiático y quedarse en casa lamiéndose las pulgas. Los chinos dan miedo y producen reservas comprensibles: su exponencial extensión demográfica -controlada ahora-, su mercado centralizado -es decir, dominado por el Estado-, su hambre de crecimiento y el desconocimiento que tenemos de este país, son motivos para que muchos podamos asustarnos.

Los de derecha tiemblan porque su papá-tío Sam está perdiendo negocios e influencia, los de izquierda están divididos (unos la quieren otros no, a esa China diz que socialista pero capitalista), pero ellos -como los de derecha con sus partidos- quieren que el poder del Estado costarricense pase a manos del Frente Amplio, entonces le tiran al gobierno ligeramente para desgastarlo y que no le quede posibilidad de reelección. Al final de cuentas, tanto unos como otros quieren el poder y harán de los medios en general su vitrina para atacar al gobierno con fines electorales, sobretodo este 2015 que es año de elecciones a las alcaldías. Y el gobierno ya acumuló una dosis importante de ataques, lo que supondría que este año mejore su comunicación y deje más claras sus intenciones, aparte de que es preciso que actúe más articulada y coordinamente como gobierno.

Así las cosas, gobernar en el centro es muy difícil, porque los que están a los lados pujan el mecate para sí mismos. La ventaja: Costa Rica tiene alma política de centro y va, poco a poco, desestimando lo que no vale y valorando lo que sí: cuando China abra fábricas aquí tendrá que dar empleo a miles de ticos (se fue Intel, que venga otro) y, entonces, la labor del gobierno estará en garantizar a esos empleos muchas cosas: 1) respeto y aplicación de las garantías sociales (soy el primero que ataco una negociación con China que no incluya esto), 2) salarios competitivos y ajustados a la realidad nacional, y 3) no puestos de trabajo tipo maquila de explotación que terminen siendo subempleo, como al estilo call center. Por eso, las conjeturas que pululan por doquier son también entendibles, aunque algunas son verborrea y, en mucho, falta de una adecuada comprensión de lo que es la política y el ejercicio de gobernar.

Uno desearía que un país como Costa Rica pudiera estructurar, con sentido de visión a mediano y largo plazo -como se viene arguyendo desde hace décadas-, una propuesta propia, donde la investigación y el impulso de la industria tecnológica y comercial vayan de la mano para crear posibilidades de un real desarrollo sostenible (algo así tan lindo como lo que se ha dicho en muchas campañas, pero que las condiciones del país no permiten). Uno desearía que como país tuviéramos la capacidad humana para creerla, para construir un "edificio ecológico" que nos permita tener algo más que empleos, sino grandes empresas, cooperativas, que repartan la riqueza con justicia y se pueda mantener una paz social duradera. Pero esta es una utopía para muchos y quizás muchos terminemos nuestras vidas sin ver algo así.

Ahora bien, vamos a lo que tenemos. En la Conquista los españoles nombraron a Garabito como "el taimado", que básicamente significa "astuto y disimulado". Esa palabra ha terminado por definir en gran parte lo que somos cada uno de nosotros, en mayoría, como sociedad. Nuestro gobierno, un reflejo de nosotros mismos (digamos en promedio de la sumatoria de cada persona que habita la nación), usualmente actúa de esta manera en las relaciones internacionales. Luis Guillermo Solís, un diplomático connotado, conoce y tiene talento en estas lides, por eso no me extraña que su gestión afuera vaya por ese rumbo. Tengamos algo bien claro: Costa Rica solo coquetea con China en este momento, es decir, actúa con prudencia y se ubica en "un centro taimado" en el que guiña un ojo, pero estrecha una mano. Y esa forma de negociar es una estrategia muy costarricense, muy nuestra, tanto así que nos ha permitido históricamente ser una nación sin ejército y que aún así no ha vendido su alma a ningún diablo para lograr protegerse; evidencia de esto fue su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU, las negociaciones de paz para Centroamérica en la que Arias Sánchez maniobró incluso en contra de los intereses de EE.UU en el istmo, su imposición de la paz como una vía posible, son ejemplos de ello. ¿Es conveniente, buena, la mejor, esta forma de actuar? Esa es decisión de cada quien, pero en la diplomacia internacional Costa Rica ha caminado firme y clara, logrando en su pequeñez una voz que a veces retumba.

Ampliemos un poco: si usted negocia con tirios, qué esperaría de los troyanos si usted tiene una posición geopolítica importante, estratégica en su coyuntura internacional: mi teoría es que una mejor oferta de los troyanos. Nuestro país está en medio de Nicaragua y su eventual canal interoceánico y Panamá con el suyo, pero además en el marco de una región en la que Colombia -aliado gringo- se mide en pulso con el petróleo que Venezuela ha decidido por mayoría dejar a los enemigos de los estadounidenses. ¿Falta de determinación del gobierno, falta de firmeza con un solo aliado? Dígamelo usted: ¿usted es aliado solo de una posición en su vida diaria, en su trabajo, en su familia? No lo creo, somos una idiosincrasia muy particular, como dije antes, tenemos alma de centro, de balance.

Y es preciso reconocer que este es un gobierno responsable, equívoco como humano que es, pero responsable. Este es un gobierno muy tico, con las metidas de pata que usted y yo cometemos todos los días y con los aciertos que usted y yo logramos todos los días.

La inversión extranjera, como decía atrás, es necesaria aunque no nos guste a muchos (desearíamos un desarrollo propio), el punto es cuál inversión queremos y con qué propósitos. No hay almuerzo gratis, es cierto, la donación china de un par decenas de millones de dólares (un confite a la par de la inversión que viene) nos compromete sí y no: ¿podría China exigirnos en la situación actual que nos sometamos a sus dictados? Aún no. De ahí que las conjeturas que tanto rodean redes sociales y discusiones, siguen siendo aún conjeturas, ni más ni menos. Viene el camino de definir mejor qué queremos de China, qué estamos dispuestos a negociar y qué no.

Mujica, en su histórica lucha para la historia, en los foros internacionales siempre plantea la dualidad entre aceptar el mercado y la inversión (que Correa acepta condicionada), pero además critica fuertemente el ritmo y naturaleza del desarrollo que tenemos, desde el consumismo exponencial e irresponsable, hasta la pérdida de la esencia humana. ¿Qué podemos hacer como país en esta línea de pensamiento? ¿Seguimos pensando en el desarrollo consumista y de un crecimiento al estilo económico tradicional o apostamos por otra visión? Hasta donde podemos observar, eso está por verse, pero pareciera que no vamos a renunciar al crecimiento y desarrollo según lo entendemos: el exponencial; nuestro gobierno es también reflejo de eso, de lo que queremos.

Lo de China es un tanteo y una posibilidad que no puede dejarse de lado, es también el futuro de nuestros hijos. Pero además, ¿por qué el gobierno debe dejar tirados los avances de estas negociaciones o, replanteemos, por qué dejar de lado cualquier avance que haya? Un gobierno no es un cambio y fuera, no es una historia aparte que se desliga del pasado, y eso también debemos comprenderlo; hay continuidad porque es inevitable. Sin embargo, sí es evitable que no demos continuidad al retroceso, a lo que ha demostrado ser disfuncional y negativo para lo que un país desea como lo mejor para sí mismo.

Con China sigamos taimados, pero que no se pierda de vista hasta dónde queremos con China, porque el entreguismo de otrora definitivamente es algo pernicioso para Costa Rica.

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